La higiene constituye un concepto esencial y básico en las dinámicas de todos los centros de estética y belleza. Además, estos establecimientos y clínicas han experimentado un fuerte auge, por lo que resulta, si cabe, más relevante que prioricen sus medidas higiénicas.
En primer lugar, conviene acotar el concepto de centro de estética y señalar que, por ejemplo, pueden tener esta consideración establecimientos tales como los siguientes: clínicas de medicina estética, barberías, spas, gabinetes de estética…
La diversidad de estos negocios es amplia, pero las condiciones higiénicas se han de mantener en sus instalaciones como unas garantías en la atención al cliente, la cual también es controlada, mediante inspecciones periódicas y otros medios, por las administraciones públicas.
Salud y estética son conceptos cuyos efectos positivos están correlacionados. De manera que los tratamientos que se realizan en las clínicas que se dedican a ellos no pueden verse complicados por la falta de higiene.
Estos centros, por su parte, pueden recurrir a los materiales que suministran los proveedores de productos de belleza y consejos que se van a desgranar en las siguientes líneas.
Recomendaciones para mantener la higiene oportuna en el lugar de trabajo
Cada centro laboral cuenta con sus correspondientes normativas, de obligado cumplimiento, en materia de prevención de riesgos. En este sentido, los destinados a los servicios de estética y belleza han de destacar por una mayor observancia y escrupulosidad. Sus responsables han de ser sensibles, sobre todo, respecto a la salubridad. En este aspecto, es posible recurrir a determinadas técnicas de higiene y ciertos productos, como los que, a continuación, se reseñan.
En primer lugar, hay que recordar que los centros de estética son recintos en los que se pueden concentrar, por el constante trasiego de personas y las actividades que se realizan, microorganismos patógenos, tales como bacterias o virus. Estos organismos, solo visibles con microscopio, son los causantes de enfermedades infecciosas muy diversas y de gravedad variable.
Por consiguiente, resulta fundamental recordar cómo pueden, en diversas fases, ser combatidos. En primer lugar, hay que proceder a limpiar con agua y un producto químico o jabón los objetos utilizados. Este paso no erradica los agentes patógenos, pero acaba con sus restos visibles. De forma que prepara la superficie para el siguiente estadio: la desinfección.
Por la desinfección pasarán los artilugios metálicos y plásticos. Hay que tener en cuenta que los porosos (piedra pómez, algodón, limas de uñas, etc.) deben ser desechados tras un solo uso. La desinfección, por su parte, se llevará a cabo con un producto homologado y siguiendo escrupulosamente las instrucciones.
La última fase de este esquema de higienización es la esterilización. Aunque no sea obligatoria en todos los locales de estética, sí que resulta altamente recomendable. Consiste en la destrucción de cualquier forma de vida microbiana mediante la aplicación de presión y calor por parte de un autoclave.
Por último, vale la pena valorar y, sobre todo, poner en práctica determinadas recomendaciones tendentes a optimizar la higiene de un centro de estética.
La primera máxima, por obvia que parezca, remite a que la higiene empieza por uno mismo. Hábitos saludables, como lavarse las manos, han de resultar todo lo frecuentes que sea menester.
Por lo que respecta a los objetos empleados en el trabajo, los que tengan un contacto más sensible con los clientes, como las cuchillas de afeitar, tendrán un solo uso. Otros, como las tijeras o los aparatos para cortar las uñas, deberán ser limpiados a conciencia. Una vez se hayan eliminado los restos, han de ser higienizados y desinfectados, por ejemplo, con spray o alcohol de 96º.
Por último, para materiales que, como los textiles, han estado en contacto con una gran superficie corporal, se aconseja, con el fin de que puedan ser reutilizados, echar mano de esterilizadores (como los ultrasónicos) y calentadores.